Escrito a mediados de los ochenta, Plaza de abastos afronta el pasado para interrogarlo, cuestionando las palabras que denominan la herencia con que una mujer joven se enfrenta a la vida. Teresa Gómez emprende un proceso de análisis caracterizado por la ternura como resistencia, en un mundo-mercado donde todo se compra y todo se vende. La poeta defiende otra manera de pensar y sentir que ya no acepta la dicotomía razón y sentimiento.